jueves, 26 de junio de 2014

MULAFEST 2014



Cartel seleccionado entre otros 100 ilustradores para exposición colectiva en el festival de tendencias "Mulafest".
El tema de la exposición es la reinterpretación de los mensajes de la D.G.T.

lunes, 2 de junio de 2014

RELATO II: TANOREXIA


Me compré un sarcófago de rayos UVA que anunciaba un particular en una web de venta online. El tipo aseguraba que bastaban siete sesiones para recuperar la autoestima y yo le creí. Durante una semana especulé con la hipótesis de poder exhibir bronceado en pleno invierno. No obstante, aquella fantasía del sarcófago, mi moreno “roña” y los chicos de la oficina dándome la enhorabuena… se vio truncada por el gesto amargo de mi esposa. Ella solía reprobar todas mis decisiones utilizando un vocabulario soez: adjetivos que me definían, (según su propio criterio), como un “puto gilipollas sin voluntad”. Entonces llamaron a la puerta y los operarios de la compañía de transporte cubicaron el sarcófago en mitad del recibidor. Mi esposa repitió otra vez lo de “puto gilipollas” pero yo fingí no escuchar sus palabras y me introduje desnudo bajo la radiación ultravioleta. A la mañana siguiente decidí tomarme el día libre. Llamé por teléfono para justificar mi ausencia en el trabajo e improvisé una enfermedad ficticia bastante cómica. Después volví a acostarme dentro del sarcófago, donde reflexioné sobre la futilidad de la existencia humana. Así pasaron varias tardes. Solicité una baja por depresión que liberase mi tiempo de cualquier compromiso laboral y descubrí una nueva rutina secuestrado en el interior del solárium. Los índices de pigmentación carbonizaban mi piel elevando el caché de nuestro estatus. Cuando bajaba a la calle, sólo para comprar tabaco o echar la quiniela, los vecinos se detenían frente a la puerta del ascensor elogiando el tono color mostaza de mis ojeras. También me preguntaban si había estado de vacaciones en Cancún. Yo respondía con evasivas aunque siempre terminaba fabulando viajes utópicos a lo largo de la Riviera Maya; (las instalaciones hoteleras rozaban el “cum laude”). Finalmente, no tuve otra que reincorporarme a la oficina para continuar vegetando delante del Pc. Mis compañeros me recibieron entre sonrisas de lástima compadeciéndose a propósito de mi supuesto síndrome depresivo. La intensidad de mi moreno “roña” pasó desapercibida. Un miércoles a mediodía, mi jefe me sorprendió en el cuarto de las fotocopias jugando al Candy Crush Saga. Este incidente repercutió en un despido sin mayor trascendencia; (gracias a Dios, no me confiscaron el Smartphone). El Departamento de Recursos Humanos elaboró un informe sobre mi carácter disoluto y yo firmé la liquidación mientras tuiteaba lo ocurrido. Ahora llevo 72 horas dentro del sarcófago y noto que los rayos UVA han conseguido devolverme la esperanza. Mi ánimo se mantiene a flote. Qué paz.


Texto: Willy Laserna     http://willylaserna.com/